lunes, 9 de mayo de 2011

El depredador

Cristiano Ronaldo lo es. De eso no hay duda. El Real Madrid viajaba a Sevilla con la única meta de retrasar el alirón del Barcelona, de alargar la agonía una semana más. El portugués anotó la friolera de cuatro goles y demostró una vez más su esencia: es un animal insaciable, una máquina de matar, un hombre con la única obsesión de taladrar metas rivales. El madridismo, que siempre ha tenido el curioso don de eclipsar cualquier éxito del contrario y así camuflar sus derrotas, ha dado una importancia vital al galardón de máximo goleador. CR7 lleva 34 goles, por los 31 de Leo Messi. Todo esto a falta de tres encuentros.

Sería incongruente afirmar que es perjudicial contar en tu equipo con un jugador así. 42 goles en 46 partidos oficiales hablan por sí solos. Pero lo cierto es que en ocasiones esta actitud, que incluso llega a parecer enfermiza, puede ser contraproducente. El ejemplo lo encontramos después de la eliminación blanca en la Champions a manos del Barcelona. Cristiano decidió quitarse la careta y lavarse las manos. A él no le gusta jugar así, pero es lo que le mandan. Craso error menospreciar al teniente Mourinho públicamente. Su castigo fue ver desde la grada el encuentro ante el Zaragoza.

En lo que nos incumbe, el rol de depredador es algo complicado de conseguir. En primer lugar, por las dificultades obvias de engrosar el currículum a nuestro antojo. No somos tías, así que “follarse a todo lo que se mueva” no es algo que esté en nuestra mano. Al menos no del todo. Pero si bajamos el listón de calidad de manera considerable y aunamos todo nuestro esfuerzo con ese fin, podemos llegar a serlo.

Básicamente, hay dos tipos de depredadores. Por un lado está el depredador nocturno. Su única intención es mantener sexo. A cualquier precio, sin complicaciones. No le interesa nada sobre la vida de su amante ocasional, no quiere conversaciones estériles. Bajo ningún concepto queda con ninguna mujer después del polvo de rigor. Su obsesión es que la estadística siga subiendo, más allá de sentimentalismos baratos. Tiene dos aspectos muy negativos: salir con él es aburrido, ya que no le ves en toda la noche y además esta forma de vida le ha hecho olvidar el sexo sobrio. Solamente folla cuando está borracho.

Después nos encontramos al depredador caballeroso. También quiere follar sí, pero a cualquier hora del día y siendo más consciente. Por eso intercambia teléfonos con sus amantes y se organiza la semana para poder verlas a todas. Aunque alguna no le convenza demasiado, él siempre opta por aguantar un poco más, como mínimo un mesecito de sexo continuado. Su mayor virtud es la fortaleza mental: aguantar las charlas de varias chicas en una misma semana es muy duro.

Son formas de ver la vida, opciones respetables todas ellas. Es difícil cambiar la mentalidad de un depredador, pero no imposible. De hecho, suele ser una depredadora quien lo consigue. En el Madrid, de momento, están contentos con su depredador. Cristiano siempre quiere más.

5 comentarios:

  1. No creo que estos roles estén tan bien definidos en la práctica. Aunque no busques una relación ni complicaciones mayores, a veces intercambias teléfonos y quedas simplemente porque te gusta el juego y xq la falta de conversación suele apresura la ingesta de alcohol y desemboca (otra vez) en sexo.

    Y por muy "caballeroso" y depredador que seas no creo que sea posible mantener relaciones a cualquier hora del día.

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  2. Bienvenida Mirna, creo que eres nueva en estos lares. Obviamente las personas quedan con otras personas porque les gusta el juego y la cosa puede acabar en sexo. También estoy de acuerdo en que la ingesta de alcohol es de suma importancia. Pero hay tíos a los que aguantan varias relaciones esporádicas a la vez con el único fin de seguir teniendo sexo. Les compensa. Respecto a lo de follar a cualquier hora del día, no sé, hay casos y casos y yo en cuanto al sexo masculino, por suerte o por desgracia, sólo conozco el mío.

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  3. Quien sabe a lo mejor los depredadores se convierten en la presa

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  4. En ocasiones ocurre, pero son las menos...

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  5. jajaja, tengo dos amigos que se verían claramente identificados con estas dos definiciones

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